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La solidaridad tiene un nombre: Mario y una entidad no lucrativa: APANDA.
Juan Antonio,
quiere conseguir un reto: pedalear 2.000 kilómetros ,
(13.242 m+∆) NONSTOP que es la distancia que une la
ciudad de Cartagena (España) con Venecia (Italia) y lo quiere hacer sólo: él y
su bicicleta, y por una noble causa: recaudar fondos destinados a APANDA, la Asociación de Padres de Niños con Discapacidad Auditiva que asiste su hijo sordo. El objetivo de Juan Antonio no
es otro que su afán de superación, de reto personal, de meta deportiva con unos
fines solidarios, en este caso, la solidaridad tiene un nombre: Mario y una
entidad no lucrativa: APANDA.
Hacer
un sueño realidad
Juan
Antonio, aficionado a la bicicleta desde que era muy pequeño, empieza a
competir en la categoría de cadete con muy buenos resultados regionales y hasta
entonces con mucha dedicación…, porque luego la vida “te obliga”(trabajo,
familia…) y tienes que dejar “aparcada” esta afición por un tiempo… aunque en
su mente siempre estuvo la idea de algún día volver a pedalear; pero ese día no
llegaba… tal vez, necesitaba un motivo: algo o alguien que lo animara a dejar
esa vida sedentaria y volver a su pasión. Ese alguien llegó, se llama Mario y
nació con una discapacidad auditiva.
Después
del “choque emocional” que supone recibir la noticia de que tu hijo es sordo,
después de pasar todas las etapas de culpabilidad, no aceptación, de
impotencia, de frustración… llega el día en que aceptas el problema y es cuando
reaccionas emocionalmente y Juan Antonio
se da cuenta de que a pesar de lo serio de la situación, a pesar de la
experiencia de dolor y sacrificio, también es una experiencia de sensibilidad y
amor, porque criar un niño sordo, como Mario, o en general con cualquier
discapacidad, lleva a los padres a tener un concepto de los valores de la vida
y la familia, así como un afán de superación que probablemente antes no tenía.
Ejemplo
de superación se llama a lo que hoy se está presentando en este proyecto. Mario
y su discapacidad auditiva es la motivación que le ha llevado a este padre de
un niño sordo a afrontar este reto, este desafío. En el año 2008 después de
haber empezado poco a poco a entrenar de nuevo y cada vez a encontrarse
físicamente mejor, Juan Antonio empieza a competir: carreras populares,
triatlones, ½ Ironman, carreras con Mundobici en categoría Máster 30… y surgió
una meta, un nuevo objetivo: hacer una maratón (la maratón de Venecia) y cruzar
la línea de meta con su hijo en sus brazos. Y lo consiguió, y fue espectacular.
Ya
en el avión de vuelta a Cartagena fue cuando verdaderamente se fraguó –lo que
es hoy este proyecto- lo habló muy detenidamente con Nuria, la madre de Mario,
y en ese vuelo Venecia-Cartagena surgió la idea: Volver a Venecia; pero esta vez en bicicleta.
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